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El artículo rosa sobre la narcoguerra

PAULINO CÁRDENAS

En un artículo aparecido en el periódico Le Monde, donde se refiere a la guerra que le declaró a los capos de las mafias desde que asumió el cargo, el presidente Felipe Calderón hace una descripción de la ‘estrategia’ para hacerle frente a ese flagelo, y señala optimista que «empieza a haber una nueva actitud de parte de todos los actores» que servirá para «encontrar vías novedosas» para derrotar al crimen organizado.

El escrito, en el que evita mencionar directamente por su nombre la ola de violencia y muerte que ha generado la cruenta guerra que su gobierno sostiene contra los capos de la droga y en el que prefiere usar el eufenismo de ‘inseguridad’, empieza por justificar esa lucha y antepone quienes a su juicio son los culpables del avance del crimen organizado: los mandatarios que le precedieron, y Estados Unidos.

Primero señala que “lo que en realidad está sucediendo es que ponemos orden donde no lo había. Así que, si ven polvo es porque limpiamos la casa”, escribe en el influyente vespertino francés, y dice que cuando llegó al poder en 2006, se encontró con unas instituciones de seguridad y justicia «debilitadas por la cooptación y la intimidación de las organizaciones criminales».

Luego esbribe: «El origen del problema en México deriva de nuestra vecindad con el principal consumidor de drogas en el mundo», que es Estados Unidos, y de «la facilidad con la que las organizaciones delictivas pueden adquirir armas en ese país», agrega el presidente mexicano, que valora la «nueva etapa de cooperación con Estados Unidos» .

El Presidente reconoce que «han tenido mucha resonancia en el mundo los homicidios violentos» –más de 28 mil según cifras del Cisen–, pero explica que «esta violencia obedece fundamentalmente a la lucha de unos grupos criminales contra otros» y a la «acción decidida del Gobierno federal, que los debilita y los hace más vulnerables a la acción de la justicia».

Refiere en su escrito las ‘líneas maestras’ con las que su adminsitración ha hecho frente a ese flagelo, empezando por la modernización de las capacidades operativas y técnicas del Estado y la reforma del marco legal e institucional para adoptar un sistema con juicios orales y un régimen de protección de los derechos de las víctimas, «herramienta fundamental para acabar de una vez por todas con la impunidad».

También habla de una política de prevención para aumentar la confianza ciudadana, «fortaleciendo la seguridad en las escuelas, rescatando espacios públicos que estaban en manos de delincuentes» y creando centros para la prevención y el tratamiento de las drogadicciones. Sin abundar en datos y cifras, explica a su manera y bajo su personal óptica los que para él son avances alcanzados en la lucha contra el crimen organizado, una vez que decidió  «enfrentar el problema y no eludirlo».

Calderón asegura que su primer objetivo de gobierno es la seguridad en México. Pero eso lo que en realidad significa es que para su gobierno la guerra contra el narcotráfico y las mafias organizadas ha sido la prioridad. Ni la economía, ni la creación de empleos, ni sacar al país del hoyo en que se encuentra está entre las pririodades.

La guerra contra el narco lo ha sido todo para su administración desde diciembre de 2006, tan es así que esa es la esencia de su artículo en Le Monde. Para ningún otro rubro existe la inclinación, ni la importancia, ni los recursos del erarario, más, que para la narcoguerra. Calderón se idenfitica más con el rol de comandante supremo de las Fuerzas Armadas, que como Presidente. Al menos esa es la ‘percepción’ de millones de mexicanos.

Señala que “si ven polvo es porque limpiamos la casa”. Acá los mexicanos no ven polvo. Ven muertes a diario, masacres, ejecuciones, decapitaciones, secuestros, narcobloqueos, utilización de armas de alto poder por parte de los sicarios que están a las órdenes de los capos de la droga, quienes usan lanzallamas, granadas de fragmentación y hasta coches-bomba.

Donde sí saben cómo están las cosas es en la Casa Blanca. Ahí no sólo están conscientes de que el narco mexicano es un poder fáctico real que está rebasando a las autoridades encargadas de combatir a sus capos en diversos estados mexicanos, sino que eso les preocupa sobremanera. Francia está muy lejos de donde está el fuego que no es propiamente color de rosa, como sí lo es el tono del escrito de Le Monde.