PAULINO CÁRDENAS
Se da por hecho que las presiones del Poder Ejecutivo –las que se vieron y escucharon más las que no trascendieron– habrían influido en tres de los cinco ministros a la hora de votar ayer el proyecto del ministro Arturo Zaldívar que proponía otorgarle un amparo a Florence Cassez para que obtuviera su libertad. El ministro ponente, quien preside la Primera Sala de la Suprema Corte, junto con la ministra Olga Sánchez Cordero, fueron los únicos que votaron a favor. Los demás que votaron en contra se infiere que presumen culpable a la ciudadana francesa, por lo que tendrá que seguir presa.
Guillermo Ortíz Mayagoitia, José Ramón Cossío y Jorge Mario Pardo Rebolledo, fueron los ministros que no tomaron en cuenta el ‘efecto corruptor’ que planteaba centralmente Zaldívar, referente a la manipulación de montaje mediático que fue el eje de su proyecto y que contaminó el resto del proceso. No obstante que quienes votaron en contra aceptaron que hubo violaciones a los derechos fundamentales de la ciudadana francesas, no le dieron el peso específico que ameritaban las manipulaciones que hubo en el juicio cuya sentencia acabó siendo de 60 años de prisión.
Ciertamente el caso no se trataba solo del montaje mediático, sino lo que entraña en su conjunto contradicciones de los testigos, engaños, desatención al mandato constitucional empezando por el caso omiso a los derechos humanos de la ciudadana francesa y el aviso tardío al consulado francés, así como no haberla presentado de inmediato al Ministerio Público, todo lo cual invalidaba la presunción de inocencia de la acusada.
¿Qué fue lo que hizo que los ministros votaron en contra dándole la vuelta a la razón central con subterfugios jurídicos que ni siquiera tenían que ver con el punto toral del proyecto a sabiendas de que de origen estuvo repleto de vicios y perversiones de los aparatos de seguridad y justicia,como de hecho ellos mismos lo aceptaron?
Ayer por la mañana el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Juan Silva Meza, con motivo del natalicio de Benito Juárez, dijo en un discurso conceptos que, se creyó, eran indicativos de que se aprobaría la moción presentada por Zaldívar. Muchos se fueron con la finta y creyeron que con el discurso que había pronunciado, la votación favorecería a la sentenciada.
En el solemne acto, con la presencia del presidente Felipe Calderón, en Palacio Nacional el titular del Máximo Tribunal de Justicia del país aseguró que la Institución que encabeza está obligada a ser garante de los derechos de todos y, con ello, factor decisivo de la unidad nacional, mediante la aplicación respetuosa de la Ley.
Expuso que es necesario que “sacrifiquemos lo que sea necesario: los intereses personales, los intereses partidistas, los intereses políticos, los intereses económicos, para así, desde la Constitución y la Ley proteger, y ponderar entre todos, los derechos de todos”, indicó. Agregó que “por eso, es posible sostener, hoy, que los juzgadores federales, al realizar nuestra labor interpretativa no debemos equivocar el rumbo y las prioridades”. Dijo que “la verdadera seguridad es la que se construye en la legalidad. El sistema se sostiene en la credibilidad y en la solidez del estricto cumplimiento de la ley”.
Algunos consideraron que la línea discursiva del ministro presidente de la SCJN había sido cabildeada anticipadamente con los ministros que se ocuparían del caso Cassez horas más tarde. Pero no. Los ministros que votaron en contra esgrimieron, uno, Guillermo Ortíz Mayagoitia, que de plano la propuesta de Zaldívar era improcedente; otro, José Ramón Cossío, propuso negarle la libertad pero otorgarle el amparo ‘para efectos’, es decir, para que se revise la sentencia y se reponga el proyecto, que ahora quedará a cargo de la ministra Sánchez Cordero.
El ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo también se opuso a la liberación, pero propuso que se castigue al autor del montaje, el actual secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, quien realizó la puesta en escena de la supuesta detención ‘en vivo’ no siéndolo de la francesa. Dijo que su actuaciónal frente de la Agencia Federal de Investigación en el 2005 ‘deja mal parado el principio de buena fe ministerial’. Añadió que las violaciones a los derechos de la acusada, ‘generan una violación al principio de presunción de inocencia’.
La frase de Silva Meza dicha ayer de que “no el abuso del poder, paso previo al autoritarismo y a la impunidad; no la creencia de que la ley puede cumplirse a capricho”, parecía premonitoria pero acabó siendo de retórica discursiva. Se cree que las presiones para que se desechara el proyecto del ministro Zaldívar, prosperaron. Como haya sido, el rechazo al proyecto dicen que fue tomado como una gesta victoriosa por el presidente Felipe Calderón, pero más por su influyente secretario de Seguridad Pública federal. En tanto, en Francia por supuesto que hay un sentimiento casi de luto.
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