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Más ‘operaciones secretas’

PAULINO CÁRDENAS

Al arrancar los primeros actos de los aspirantes norteamericanos del Partido Republicano que busca con uno de sus candidatos suceder al presidente demócrata Barack Obama en 2012, el nombre de México aflorará una y otra vez en materia de política exterior y será motivo de planteamientos en sus discursos sobre temas como el de los inmigrantes ilegales en el que unos estarán por que haya deportaciones y otros por la amnistía, o quienes seguirán apoyando la Ley de Arizona o criticando el manejo de un diálogo racista del mandatario estadounidense para tratar de asustar a los latinos y que voten en contra del partido opositor.

Pero sin duda un asunto relevante serán las críticas a la política de Washington de no ser lo suficientemente dura sobre el tema de que cárteles mexicanos de la droga pudieran hacer alianzas con grupos extremistas islámicos, lo que vendría a significar un peligro para la estabilidad norteamericana. La razón es la latente amenaza de que esos grupos quisieran vengar con ataques a Estados Unidos, la muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, quien fue asesinado en mayo del año pasado por un comando de élite estadounidense en la casa donde se refugiaba en la ciudad de Abbottabad, cerca de Islamabad, la capital paquistaní.

Por ello, desde comienzos de este año se habría dado la orden para que la frontera norteamericana colindante con México y los litorales de ambos países, empiecen a ser reforzados militarmente de manera discreta por fuerzas de tareas especiales de aquel país, en coordinación con grupos castrenses nuestros. Los grupos islámicos están en la lista de enemigos de la llamada Guerra Contra el Terrorismo, para la cual fue creado el Comando Norte en el que están como ‘socios’ Estados Unidos, Canadá y México en ese enclave militar multidisciplinario, que trabaja en conjunto con el Comando Sur que abarca naciones aliadas del vecino país del norte, ubicadas en Centroamérica, Sudámerica y el Caribe.

El Northcom o Comando Norte fue creado en 2002 a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, cuando la Unión Americana se cimbró junto con el mundo al impactarse dos aviones comerciales contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York e instalaciones del Pentágono, realizados por una célula islámica perteneciente a Al Qaeda que dirigía entonces Bin Laden, hecho inédito hasta entonces en la historia norteamericana, del que hay diversas versiones sobre quiénes pudieron estar detrás.

Por lo pronto, el Departamento de Estado norteamericano no quita el dedo del renglón de que esos grupos extremistas andan en busca de aliados con algunos cárteles mexicanos, que incluso la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, sugirió el año pasado el nombre de Los Zetas, como probable candidato de esa alianza, porque cubre el perfil que busca Hezbollah, un grupo terrorista del Medio Oriente y que tiene como brazo armado a la Fuerza Quds de Irán.

El objetivo de la presencia militar norteamericana en su frontera con México –que incluiría vigilancia en aviones no tripulados en cielos mexicanos– es impedir el paso de terroristas a territorio norteamericano y dar anticipadamente con planes de posibles ataque a aquella nación, como el sucedido aquel fatídico ataque a las torres gemelas en donde habrían perdido la vida unas 3 mil personas el 9/1. Se teme que en alguno de los países latinoamericanos o en México pudieran establecerse «aldeas lanza misiles».

Informes de inteligencia han dicho que los grupos extremistas no sólo están a la expectativa, sino ‘actuando’, según fue revelado en octubre pasado con la detención en Nueva York de un supuesto miembro de una célula islámica que radicaba en Eu y quien habría hecho contacto con un intermediario de Los Zetas pero que resultó ser un agente encubierto de la DEA. El propósito, dijeron las autoridades norteanericanas, era atentar contra las embajadas de Israel y Arabia Saudita, y asesinar al embajador de este último país en Washington, Adel al Jubeir.

El temor en Washington es permanente. Por ello quieren evitar que México se convierta en ‘santuario’ terrorista islámico en donde se entrenen células extremistas o se diseñenen planes de ataque contra Estados Unidos. Para ello, desde su creación, una de sus ramificaciones de élite del Comando Norte fue diseñada para dirigir y planear ‘operaciones delicadas’ ante eventos que pudieran atentar contra territorio estadunidense. Se trata de acividades secretas que estarían realizándose bajo control de los jefes del estado mayor de las fuerzas armadas norteamericanas.

Muchas de esas operaciones son ‘tan secretas’ que ni siquiera se entera el gobierno mexicano, como quedó de manifiesto con el fracasado proyecto de la ATF de Rápido y Furioso. Y son operaciones secretas que siguen y las seguirá habiendo, sin que el gobierno calderonista chiste. Ni el Senado de la República.

pcardenascruz@yahoo.com.mx

Las advertencias del Pentágono

PAULINO CÁRDENAS

Estados Unidos, según los especialista en la materia, es el país donde más se consume droga en el mundo. Por ende, el problema no es el trasiego de estupefacientes que pasa de nuestro territorio al del vecino del norte. El temor es que el narco y en general el crimen organizado que opera en México se empodere más y más y los grupos criminales se conviertan en una amenaza real para la seguridad nacional mexicana y, sobre todo, para la seguridad interna de la Unión Americana. Ya hay advertencias claras del Pentágono que para frenar ese avance podrían  enviar ‘marines’ a nuestro país.

Ello se desprende de lo que dijo un alto funcionario del Pentágono, el subsecretario del Ejército estadounidense, Joseph W. Westphal, de que el crimen organizado puede tomar el control del gobierno en México, aunque por órdenes de sus superiores haya tenido que desdecirse y señalar después que sus comentarios no reflejan la posición del gobierno de Estados Unidos ni del Departamento de Defensa de su país.

Aunque en su excusa lamentó que sus afirmaciones «inexactas» hayan causado preocupación en Los Pinos y en Wahington, lo que dijo en en un foro realizado en el Hinckley Institute of Politics de la Universidad de Utah en Salt Lake City hace unos días cimbró. Y por más disculpas que ofrezca, quedó sembrada la advertencia de que en un futuro las fuerzas armadas de su país pudieran estar combatiendo a los «insurgentes» en México y no en el Medio Oriente.

«No quiero ver a nuestros soldados armados peleando contra la insurgencia justo en nuestra frontera o cruzándola», señaló en una declaración que, por supuesto,  no gustó el tono tan claridoso de decir las cosas, aunque se haya visto obligado a señalar que «mis comentarios no son y nunca han sido o reflejado las políticas del Departamento de Defensa o del gobierno de Estados Unidos para con América Latina.

Antes que el mencionado subsecretario, el almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, había dicho que su gobierno estaba listo a utilizar tácticas empleadas contra los terroristas en Irak y Afganistán, para enfrentar a los cárteles de las drogas en México.

Entre los altos mandos de las Fuerzas Militares de Estados Unidos hay preocupación del empoderamiento armado de los cárteles de la droga y, como se filtró por la red de WikiLeaks, pudieran estar adquiriendo misiles y armamento altamente sofisticado para seguir ganando terreno en México y, llegado el momento, como lo dijo Westphal, esos cárteles pudieran alcanzar el potencial para tomar el control del gobierno ya que representan un tipo de insurgencia. El temor por supuesto emana principalmente de la Oficina Oval en Washington.

Se sabe que el secretario de la Marina-Armada, Francisco Saynez, con la anuencia de su Comandante Supremo, Felipe Calderón, logró que comandos, hoy de élite, fueran preparados en ejercicios miliares norteamericanos que anualmente celebra la Armada de Estados Unidos con diversos grupos de otras naciones de la región, integrantes del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca conocido como TIAR.

Los cuadros son preparados por un cuerpo especial militar estratégico llamado Navy SEALs, que entrenan a tropas en mar, tierra y aire, creado en 1962. Estas instancias están bajo la supervisión del Comando Norte norteamericano, NorthCom, que sirve como el brazo de asistencia militar detrás de la guerra contra las drogas en México y que está ligado a la lucha antinarcótica del Departamento de Estado en otras formas.

Bajo su tutoría y dirección se realizan los entrenamientos de los comandos de élite que incluyen operaciones contra narcotraficantes, combate a terroristas y guerra no convencional. Tienen la consigna de matar al que consideran enemigo. Es sabido que la Marina mexicana ha contado con la asesoría de las áreas de inteligencia norteamericana para sus operativos, algunos de los cuales han sido exitosos, lo que ha causado celos por parte del Ejército y de la SSP federal.

Por ello, con respecto a las advertencias de los dos altos mandos del Pentágono, la pregunta que corre es: ¿La Marina-Armada de México vendría a ser la instancia que le abriría brecha a los ‘marines’ norteamericanos para combatir a “la insurgencia justo en nuestra frontera o cruzándola”, si ese propósito se hace realidad? Lo que sí, respecto de esas advertencias de las Fuerzas Militares de Estados Unidos, el Senado de la República debe entrarle al fondo del asunto.

pcardenascruz@yahoo.com.mx