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Cada quien su estrategia

PAULINO CÁRDENAS

La iniciativa propuesta por el caricaturista Eduardo del Río, Rius, del ‘No más sangre’ que ya ‘prendió’ en muchos mexicanos, ya tiene a su primer detractor oficioso. Se trata del belicoso secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, quien criticó esa idea a la que calificó de «absurda» porque, dijo, “me parece que estarle regateando los apoyos al presidente Felipe Calderón es totalmente inadecuado” y, encima de todo, que estén lanzando campañas para poner en tela de juicio su estrategia, “eso sí me parece irresponsable”.

El pasado lunes 10 de enero inició la campaña ¡Basta de sangre! con la aparición de la frase “¡No + sangre!” en la portada de la revista El Chamuco, idea que ese mismo día siguieron caricaturistas críticos en diversos medios de comunicación impresos y a la que se han ido uniendo estudiantes, medios de comunicación e intelectuales, además de que ha tenido un fuerte impacto en las redes sociales.

En entrevista con Carmen Aristegui, el recononocido creador de ‘Los Agachados’ y  ‘Los Supermachos’, Eduardo del Río, señaló que “hay mucho descontento en el país; mucha gente encabronada, hastiada, desesperada, que se siente impotente ante la situación que estamos viviendo. Por eso se nos ocurrió que podríamos hacer algo para que esa gente pueda manifestar pacíficamente su descontento y frustración”.

La iniciativa no está culpando literalmente a nadie. Sin embargo, al salir de una reunión celebrada en la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes, Canirac, Lozano Alarcón señaló que “no son válidas las voces que le quieren imputar la responsabilidad de la violencia al gobierno federal; eso me parece totalmente absurdo”.

Por el contrario, dijo, “la intervención del gobierno es porque existe violencia entre los grupos criminales y de esos grupos criminales hacia la sociedad, hacia la paz pública”. Para Lozano Alarcón, igual que para su jefe, la ‘estrategia’ de combatir la violencia con violencia es la correcta y la única opción. ¿No es eso irresponsable?

¿Por qué no se atacan verdaderamente las causas? ¿Por qué no se ataca la impunidad entre capos y autoridades? ¿Y el ‘lavado de dinero’? ¿Por qué no se crean empleos permamanentes y bien remunerados? ¿Y el impulso a la economía? ¿No avergüenza tanta pobreza, tanta miseria que es causa de que muchos jóvenes escojan como  alternativa equivocada el camino de la delincuencia?

Lo que resulta obvio es que la idea del famoso caricaturista michoacano hizo mella en el ánimo del gobierno panista, al alzar la voz y proponer la idea de poner un alto al atroz baño de sangre que vive el país y que parece no tener fin, de lo cual mucho se habla pero nadie de la sociedad civil se atreve por sí misma a hacer nada, ya que desde que Felipe Calderón asumió el cargo en diciembre de 2006 la orden del gobierno es la de combatir a las mafias con toda la fuerza del Estado, sin reparar en mientes.

Por ello, ante esa guerra declarada contra las mafias por el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, ha nacido en contraparte el clamor popular del ‘ya basta’, lo que al funcionario del Trabajo, que le gusta agarrar pleitos ajenos además de los propios, se puso el saco y se subió al ring retadoramente sobre un asunto que en estricto rigor no es de su resorte, por lo que muchos le auguran de antemano una cascada de críticas que se va a llevar por agarrar un pleito ajeno a lo suyo.

La propuesta de Rius es un clamor que simboliza el ‘ya basta’ de la ciudadanía que ve inerme cómo siguen cayendo por racimo los muertos día a día en las refriegas armadas entre las fuerzas gubernamentales y los sicarios al servicio de los capos del crimen organizado y de la droga, cuyas cifras ya alcanzan o habrían rebasado las 34 mil muertes en lo que va del sexenio, lo que  parece no imporarle demasiado al gobierno ni al belicoso secretario del Trabajo.

Si el propio Calderón ha dicho que no cambiará su ‘estrategia’ de guerra gubernamental contra los capos y sus sicarios que tiene asolado al país en casi todas las entidades federales, ¿qué le queda entonces a la sociedad, sobre todo a los mexicanos que ven de cerca o padecen en carne propia la tragedia de esa lucha armada y que acaban siendo parte de lo que descarada y oficiosamente el gobierno ha dado en llamar ‘daños colaterales’? ¿Quedarse cuzados de brazos?

Al final de cuentas y en todo caso, en ese juego de voluntarismos, se vale que cada quien escoga su estrategia.